Cuando se padece diabetes, las mediciones de glucosa son clave para conocer cuáles son los niveles de glucosa en sangre, en cada momento y, si procede, actuar en función de la cifra con la que se cuente en ese momento. En este sentido, y de acuerdo a un estudio de la Universidad de Linköping (Suecia), el nivel óptimo de azúcar en sangre a largo plazo para evitar complicaciones de la diabetes, debe ser inferior a 53 mmol/mol (7%).
Tras haber analizado durante 30 años los niveles de glucosa de 447 pacientes con diabetes tipo 1 recién diagnosticados, la investigación ha concluido que este colectivo puede sufrir algunos daños en los vasos sanguíneos de varios órganos si los niveles de azúcar en sangre no son los adecuados. Por tanto, con mediciones y un control acorde a estos niveles, se reduciría el riesgo de sufrir complicaciones. Principalmente, las relacionadas con la vista y el riñón.
Los vasos sanguíneos de los ojos son especialmente sensibles, de modo que las constantes alteraciones en los niveles de glucosa en sangre pueden deteriorarlos y provocar daños en la retina, dando lugar a la retinopatía diabética y al edema macular diabético, que pueden acabar, en el peor de los casos, en ceguera. Por lo que se refiere a los riñones, no tienen unos conductos tan sensibles como los ojos, pero igualmente son unos vasos sanguíneos muy pequeños que pueden dañarse fácilmente, dando lugar a la albuminuria, que se caracteriza por la excreción de proteínas de la sangre en la orina.