Después comer, es normal que los pacientes con diabetes experimenten subidas pronunciadas de glucosa, seguidas de un descenso igualmente brusco. Muchas personas han comparado esta vivencia con una montaña rusa que sube y baja. Para limitar estos picos, los expertos recomiendan vigilar adecuadamente estos niveles después de cada comida, realizar ejercicio moderado y, si el médico lo prescribe, utilizar fármacos específicos.
Estos aumentos suelen tener lugar en torno a 60 o 90 minutos después de comer. Dejar que la glucosa alcance cotas muy altas es perjudicial para la salud a largo plazo, ya que aumenta las probabilidades de desarrollar enfermedad renal y aceleran la progresión de la retinopatía diabética, además de provocar otras complicaciones. A corto plazo, estar en niveles muy altos de azúcar en sangre hace que se pierda energía física y mental, y provoca alteraciones en el estado de ánimo.
Ante esto, los expertos recomiendan ser adherente al tratamiento; así como realizar ejercicio físico moderado, como un paseo de 15 minutos, después de cada comida, ya que permite una absorción más rápida de la insulina y una ralentización de la digestión. Bajo prescripción médica, también se pueden utilizar medicamentos especiales para mejorar la absorción de la glucosa.
Puedes ampliar la información en el número de enero/febrero de la revista Diabetes FEDE.