Las personas con diabetes pueden sufrir grandes descompensaciones en sus niveles de glucosa. Cuando estas descompensaciones alcanzan unos niveles muy altos o muy bajos, se producen las hiperglucemias o hipoglucemias, respectivamente. Estas complicaciones, a su vez, pueden provocar un coma diabético.
Un coma diabético se caracteriza por la pérdida del conocimiento, imposibilitando la capacidad de reacción y de respuesta de la persona que lo sufre y que, si no se trata a tiempo, en el peor de los casos, puede llegar a provocar muerte prematura.
En el caso de ser precedido por una hiperglucemia, se pueden identificar síntomas como sed, aumento de las ganas de ir al baño, visión borrosa, cansancio, debilidad, dolor de cabeza, mareos, vómitos y falta de aire.
Si, en cambio, lo que lo provoca es una bajada de los niveles de glucosa, podrá advertirse en el momento temblores, altos niveles de ansiedad, cansancio, debilidad, hambre, sudoración o aturdimiento.
Para evitar un coma diabético hay que evitar, por tanto, las alteraciones graves de los niveles de azúcar en sangre. Una diabetes mal controlada aumenta el riesgo de desarrollar complicaciones derivadas de la patología.
Para una buena gestión de la diabetes, siempre es necesaria una buena alimentación, la práctica de ejercicio, acudir a las revisiones médicas, adherirse al tratamiento, evitar el consumo de alcohol y tabaco y, por supuesto, contar con una educación diabetológica que permita a los pacientes ser autónomos en su patología y actuar en función de cada situación.