Anosmia y augesia: dos palabras que han cobrado relevancia a raíz de la pandemia de la COVID-19. Nadie le ponía un nombre concreto a la ausencia de gusto y de olfato hasta hace 2 años, cuando se convirtieron en síntomas del coronavirus. Sin embargo, es algo que sucede en muchas ocasiones como consecuencia de otras enfermedades y patologías, y una de ellas es la diabetes.
De acuerdo con un estudio italiano, las personas con diabetes tipo 1, de entre 6 y 22 años, sufren algunas alteraciones a la hora de identificar sabores y olores saladas, a diferencia de otras personas que no padecen diabetes. También se evidenció que el 65% de los pacientes con diabetes que padecen hipertensión tenían alteraciones importantes del olfato. Y, por último, los resultados también mostraron que, en aquellas personas con altos niveles de glucosa en sangre, en ayunas, tenían dificultades para saborear y tomar los olores de las cosas.
Antonietta Robino, doctora del Departamento de Genética Médica del Hospital Infantil Burlo Garofolo y miembro del estudio, explica que “las alteraciones sensoriales observadas en los pacientes con diabetes, podrían explicar la presencia de patologías como la obesidad y la hipertensión, frecuentemente observadas en ellos”. No obstante, aunque el estudio ha asentado las bases de la investigación en este terreno para el futuro, todavía no se tienen resultados totalmente concluyentes que establezcan una clara relación entre los sentidos del gusto y el olfato, y la diabetes.
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