Bien es sabido por todos que las grasas saturadas no son en absoluto beneficiosas para el organismo. Junto con las grasas trans, las grasas saturadas constituyen una fuente nutricional no saludable y dañina que eleva el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, acumulación de colesterol en las arterias o aumento de peso. Y esto, sin duda, es un factor determinante en el desarrollo de la diabetes.
Según una investigación de la Universidad Tecnológica de Nanyang (Singapur), las grasas saturadas contribuyen a la evolución y agravamiento de la diabetes, ya que sus ácidos reducen la funcionalidad de la proteína FIT2, que a su vez se encarga del buen funcionamiento de las células productoras de insulina. Por tanto, si se consumen estos lípidos, hay mayor riesgo de que mueran las células productoras de insulina y, en consecuencia, no se segregue la suficiente para metabolizar correctamente los carbohidratos, desencadenando finalmente en un empeoramiento de los niveles de glucosa en sangre.
Los científicos explican que restaurando o aumentando los niveles de la proteína FIT2 en las células productoras de insulina, podría reducir el daño de las grasas saturadas y evitar el empeoramiento de la diabetes. Y mientras se sigue investigando en esta línea, recomiendan que los pacientes con esta patología moderen su consumo de carnes rojas y procesadas, lácteos, carbohidratos y azúcar, pues es donde hay más cantidad de grasas saturadas.
Accede a la noticia completa en este enlace.