Cuidado del pie diabético

Si no se lleva un control adecuado de la diabetes, aumenta el riesgo de sufrir complicaciones derivadas de la misma. Una de las más comunes es el pie diabético, que se caracteriza por hormigueo y calambres, ausencia de sensibilidad y aparición de úlceras en los pies, que pueden dar lugar, en el peor de los casos, una amputación.

Para cuidar el pie diabético y evitar llegar a sufrir complicaciones graves, los pacientes deben hacer revisiones diarias de sus pies, en busca de cortes, enrojecimiento, hinchazón, ampollas, callos, durezas o cambios e irregularidades en la piel o las uñas. Para evitar estos problemas en la piel, es crucial no caminar descalzo.

Además, los pies deben lavarse con agua tibia, y justo después de secarlos por completo, hay que hidratarlos tanto por el empeine como por la planta, evitando los dedos, donde se pueden producir infecciones.

Tener pie diabético no imposibilita la actividad física. De hecho, los pacientes con pie diabético, como cualquier otra persona, deben hacer ejercicio, siempre consultando a un médico cuáles son las actividades que mejor se adecúan a esta condición, y utilizando un calzado cómodo y que se adapte a la perfección a su pie.

Por último, pero no menos importante, hay que acudir a las consultas médicas y al podólogo. Estos profesionales detectarán rápidamente si los nervios están dañados y si puede producirse pie diabético, y revisarán los pies del paciente para tratar adecuadamente los callos o durezas.

Para ampliar información, puedes acceder al reportaje ‘Calzado y pie diabético’, de EN3D.