Las personas con diabetes tienen un riesgo alto de sufrir complicaciones en sus heridas, como una cicatrización lenta o una mayor probabilidad de infección. En los casos más graves, este problema puede incluso derivar en la pérdida de un miembro. Un estudio reciente ha arrojado luz sobre cómo los niveles altos de glucosa en sangre pueden interferir en el proceso natural de curación de estas heridas, abriendo la puerta a nuevos tratamientos.
Los resultados del estudio, publicado en Nature Communications, se centran en los macrófagos, un tipo de célula inmune que elimina los residuos y bacterias de las heridas promoviendo el crecimiento de tejido nuevo. Cuando estas células se exponen a niveles elevados de glucosa en sangre, característicos de la diabetes, pierden su eficacia, ralentizando la cicatrización natural.
Estos hallazgos ofrecen esperanzas para el desarrollo de nuevos tratamientos, como fármacos que mejoren la función de los macrófagos o intervenciones en el estilo de vida para mejorar el control de los niveles de azúcar en la sangre. Esto puede reducir las consecuencias graves asociadas a la mala cicatrización de las heridas y mejorar la calidad de vida de las personas con diabetes.
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