Mantener una alimentación de calidad es fundamental para prevenir la diabetes tipo 2. Sin embargo, su adopción no solo depende de decisiones individuales, sino que está condicionada por el contexto social y económico. Por ejemplo, en las Comunidades Autónomas del este peninsular, como Cataluña, Comunidad Valenciana e Islas Baleares, el hecho de contar con alimentos de calidad basados en la Dieta Mediterránea no siempre se refleja en un consumo más saludable de la población.
La Dieta Mediterránea, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, se considera uno de los patrones alimentarios más saludables del mundo. En España existen diversos determinantes sociales que afectan al acceso de la población a esta dieta. Por ejemplo, según el Informe Alimentación Saludable elaborado por la EAE Business School en 2018 en Cataluña, a pesar de tener un gasto per cápita en alimentación por encima de la media, se registra un consumo excesivo de ultraprocesados.
En Islas Baleares, a pesar de la abundancia de pescado, su consumo es bajo debido al escaso desarrollo de la industria pesquera. Por el contrario, en la Comunidad Valenciana, pese a tener un gasto por persona en alimentos más reducido, presenta un patrón nutricional más saludable debido a una combinación de mayor accesibilidad a alimentos saludables y a una cultura arraigada de la Dieta Mediterránea.
Estos datos demuestran cómo los determinantes sociales de la salud, que abarcan las circunstancias en las que las personas nacen, crecen, trabajan, viven y envejecen, influyen en los hábitos de autocuidado y en la adopción de estilos de vida saludables, incluyendo una alimentación de calidad. Y en este sentido, con la campaña «Más que Diabetes» de FEDE, impulsada con el apoyo de MSD, busca destacar estos factores.
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