“Impulsar y desarrollar el interés y el desarrollo de la investigación”. Este es uno de los objetivos recogidos en los Estatutos de la Federación Española de Diabetes (FEDE) y, por ello, desde la entidad son muchas las acciones encaminadas a avanzar en este sentido. No se trata de campañas, iniciativas y / o proyectos concretos ni específicos, sino de una estrategia transversal de tal manera que, en todo lo que se pone en marcha, está presente el componente de apoyo en la investigación que es, por ende, sinónimo de calidad de vida.
La investigación es un ámbito ante el que, como en muchos otros, no se puede bajar la guardia, puesto aunque en el área de la diabetes se han producido muchos avances en los últimos años, con una importante expansión tanto en el descubrimiento de los mecanismos de su desarrollo como en la aparición de nuevas tecnologías, se han producido, igualmente, importantes recortes en su inversión.
En este sentido, los presupuestos para investigación en general en los Centros de Investigación en Red (CIBERs) y en diabetes en particular en el Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM) se vienen reduciendo desde hace unos años. Sin embargo, y aun así, sus profesionales (investigadores básicos y clínicos), buscan fondos para continuar sus líneas de trabajo a través de subvenciones de la Unión Europea, becas y premios de sociedades científicas y programas de la industria farmacéutica. En este sentido, desde las federaciones y asociaciones miembros de FEDE trabajamos para apoyarles a través de nuestra labor, reivindicando ante los poderes públicos la necesidad de invertir en investigación y, con ello, reducir los costes sociosanitarios.
Ahora bien, el que haya investigación, ¿significa que sea accesible para los pacientes? En el caso de las personas con diabetes no siempre es así. De hecho, en España hay importantes limitaciones de acceso a la tecnología y los avances que ya han demostrado sus beneficios en el tratamiento de la diabetes; y el acceso a las nuevas tecnologías aplicadas a la diabetes (nuevos sistemas de infusión continua de insulina, monitorización continua de glucosa, o a nuevos fármacos) en la vida real depende de las diferentes sensibilidades en las 17 Comunidades Autónomas.
Nuestra labor, como responsables de dar respuesta a las necesidades de cerca de 6.000.000 de personas con diabetes en España, es contribuir a que se impulse la investigación y que esta, en el momento en el que haya demostrado ser coste-eficiente, pueda estar realmente accesible al paciente. Si no es así, ¿de qué sirve invertir en investigación si cuando llega al paciente la innovación se ha quedado obsoleta?