La pandemia por la COVID-19 ha impactado en el sistema sanitario de manera que, un año después, la asistencia a los pacientes crónicos continúa mermada, lo cual tiene unas consecuencias directas en la salud de las personas que conviven con este tipo de patologías, como es el caso de la diabetes. Es obvio, por tanto, que la asistencia continuada y de calidad a estos pacientes no es algo de lo que pueda prescindirse, ya que, sin ella, se agrava su estado de salud y se aumenta el riesgo de desarrollo de complicaciones asociadas.
Las personas con diabetes son un colectivo de riesgo ante una posible infección y, como tal, se ha reconocido por el propio Ministerio de Sanidad, desde donde ponen de manifiesto que estos pacientes son uno de los grupos que más afectados se han visto. Por tanto, se trata de pacientes vulnerables al enfermar por el SARS-CoV-2 debido, entre otros factores, por la relación entre unos niveles altos de glucosa en sangre y la evolución del virus en el organismo, pudiendo provocar inflamación, mala circulación sanguínea, bajas defensas e, incluso, fallo multiorgánico.
Así las cosas, todo esto ha llevado a los pacientes con diabetes a enfrentarse a un escenario donde su salud podría correr peligro tanto por la COVID-19 como por las complicaciones derivadas por una posible infección.
Precisamente por todo esto, desde FEDE defendemos la importancia de la vacunación del colectivo, ya que es una de las mejores herramientas de prevención y reducción de las complicaciones de la diabetes. Sin embargo, no entendemos los motivos por los que, por el momento, no se les haya como grupo prioritario para la vacunación contra el SARS-CoV-2.
No obstante, y debido a que brindar cobertura sanitaria y priorizar en la vacunación frente a la COVID-19 a un colectivo que representa a cerca de 6 millones de pacientes es urgente, continuaremos trabajando para que nuestra voz sea escuchada.