Nos encontramos a las puertas del verano, y se acercan épocas de mucho calor. Teniendo diabetes, y estando al tanto de las previsiones meteorológicas para los meses de julio y agosto, que nos avanzan importantes subidas de temperatura, debemos cuestionarnos cómo puede afectarnos el calor, tanto en el control de nuestra diabetes como a nuestro cuerpo, directamente.
De entrada, recordar siempre que el calor influye en los valores glucémicos, y es un factor más a tener en cuenta. En estos días observaremos mucha variabilidad de los niveles de azúcar en sangre, con momentos de hiperglucemia o con picos de hipoglucemia, y que se deben tener bajo control. Así, y en este sentido, debemos cuidar mucho la hidratación y prevenir la deshidratación tomando suficientes líquidos. Y es que, cuando el cuerpo está deshidratado la concentración de glucosa en el organismo aumenta debido a una disminución del flujo sanguíneo a través del riñón; haciendo esto más difícil la tarea de eliminar la glucosa a través de la orina.
Por otro lado, el calor provoca vasodilatación, lo que produce un aumento de la velocidad de absorción de la insulina pudiendo conducir a una hipoglucemia. Sobre este aspecto, la mejor manera de mantenerse hidratado es bebiendo agua, evitando aquellas bebidas que contengan cafeína o una cantidad elevada de sodio, pues pueden más bien deshidratar.
Como consejos últimos, y por mi experiencia, hay que recordar que los síntomas por un golpe de calor y los de una hipoglucemia pueden ser similares; de ahí que, ante cualquier sospecha, debamos realizar un control de glucemia para comprobar que no se trate de una bajada de azúcar. Y por último, tener muy presente que la insulina, cuando se expone a temperaturas elevadas, se puede dañar; de ahí que haya que conservarla siempre en un lugar fresco y seco, al igual que las tiras reactivas y el glucómetro.
En cualquier caso, y como siempre trasladamos en último término, desde la Federación Española de Diabetes (FEDE), es crucial, antes de comenzar nuestras vacaciones, acudir a la consulta de nuestro profesional médico de referencia, para realizar un chequeo general y, caso de ser necesario, proceder a un ajuste del tratamiento.
¡Esta será la mejor manera de comenzar con buen pie nuestro tan deseado período de descanso!