Innovando en la revolución

El coronavirus se ha convertido en una especie de ‘bicho’ que nos ha dejado planchados. Desde hace siglos no se observaba algo igual y nosotros, los humanos, nos hemos marchitado en un bucle que parece salido de una película de Stephen King. Un ‘mal sueño’ que ha cancelado viajes, eventos, ascensos y, por supuesto, salud. Todo en nuestra vida ha quedado en un segundo plano, congelado, a costa de algo que no alcanzamos ni a visualizar ni, en muchas ocasiones, a entender.

Ahora, que es cuando todo comienza a controlarse o, al menos, que empezamos a normalizar la situación y, también, a asumirla (a saber decir “es lo que toca”), necesitamos volver a colocar cada pieza del puzle en su sitio.

No hay que ser muy listo para saber que el gran perjudicado de la Sanidad a corto plazo va a ser el paciente crónico. Y, dentro de esa amalgama de enfermedades variopintas que acompañan a la terminología, creo que la diabetes es de las  que mejor paradas va a salir de todo esto.

Soy tan optimista porque la diabetes no depende, en gran medida, de probar fármacos o de hacer mil pruebas. El atraso no depende tanto del sistema, sino de nosotros. De inicio, solo requerimos de tres herramientas: insulina, educación y ganas de hacer las cosas bien. Si nos cuidamos puede que no necesitemos mucho más en nuestra larga vida. Y, por suerte, no es obligatorio tener que ir a un hospital.

Diamante en bruto 

En este sentido, la telemedicina juega un papel muy importante y me recuerda a la realidad virtual. Algo tan innovador y revolucionario que cuesta arrancarlo. Pero si algo de bueno ha traído esta pandemia, además del respiro al planeta, es darnos cuenta de que necesitamos tirar de todos los recursos disponibles y ser revolucionarios: el tiempo hospitalario ya no es oro, a partir de ahora será diamante en bruto.

Por tanto, y ante una realidad donde el atraso, la falta de tiempo y la necesidad de englobar a la menor cantidad de gente posible en un punto, va a ser la norma; los cálculos salen solos: la telemedicina puede ser nuestra salvación.

Tenemos a los profesionales, tenemos los medios y tenemos a una población cada vez más nativa en tecnologías, ¿qué puede salir mal? Por tanto, y a la espera de que instituciones públicas y privadas se lancen de una vez a la piscina, me gustaría puntualizar dos cosas:

  1. Aunque el término en sí no lo englobe, la telemedicina necesita de la Enfermería y del paciente. Sin duda, en estos tiempos que corren, otra figura que se va a ver potenciada es la del paciente experto y los grandes recursos en red que aporta.
  2. Si hacemos las cosas bien, puede que tengamos, por fin, una herramienta capaz de captar a toda esa ingente cantidad de población con diabetes que no está diagnosticada o sí, pero no quiere saber nada de las redes sociales. No nos olvidemos que somos la punta del iceberg. Si conseguimos captar al resto, tendremos un éxito y una mejora en la calidad de vida global que será recordada por mucho tiempo.

No todos los días se viven momentos que pasan a la historia. De nosotros depende que estos sean dignos de recordar.