La transformación digital en salud vive un ritmo vertiginoso. Esto se traduce en una inteligencia artificial (IA) que mejora el diagnóstico en urgencias o en pioneras operaciones asistidas mediante redes 5G o realidad virtual. Y el punto de inflexión en el que se marcó, sin duda, un antes y un después, tuvo lugar con la pandemia por la COVID-19.
Esta realidad ha sido asumida por la Sanidad, que están ya apostando por estas herramientas como big data o sistemas basados en la IA, siempre en línea con la mejora continua en calidad e innovación y haciendo un uso eficiente de los recursos gracias a procesos basados en la evidencia y los datos.
Eso sí, el objetivo era y es claro: atender las necesidades del entorno cambiante, pero sin dejar de lado la característica definitoria del grupo: “La salud persona a persona”. Es decir, incorporando la tecnología más avanzada para ser todavía más humanos en el trato con los pacientes y, con ello, “humanizar” la sanidad.
Y es que, aunque puedan parecer dos aspectos muy alejados, al final son las dos caras de una misma moneda, puesto que La tecnología ayuda a atender las necesidades del entorno y las de los pacientes crónicos, fundamentalmente, como son las personas con diabetes, para las que son clave cubrir los tres aspectos de la asistencia sanitaria que reciben: prevención, detección precoz y tratamiento personalizado.
Precisamente, el análisis de big data permite evaluar la magnitud de una de las enfermedades más prevalentes, como la diabetes. Ahora bien, hay aspectos que, en el marco de la humanización, quedan fuera de este entorno tecnológico, como es el apoyo psicológico.
Y es que, vivir con diabetes es mucho más que padecer una enfermedad; es aceptar una condición que acompañará a la personas el resto de su vida, y a veces es complicado asumirlo en un primer momento. En esta batalla, siempre se presentan altas y bajas, y de ahí esa importancia del apoyo emocional, para comprender la importancia de su condición en toda su magnitud.
En este sentido, lo más importante desde un aspecto humanizado de esta patología es la empatía, ponerse en el lugar del otro, reconocer lo difícil de la situación que se encuentra el paciente haciendo que este tome conciencia de su enfermedad, que se haga responsable de su vida. De esa manera, el peso disminuirá porque podrá entender que no hay más retos que los que la propia persona se imponga.